lunes, 15 de septiembre de 2008

LIBRES, SOBERANOS, I-DEPENDIENTES.

Fuente: lefranc.chez-alice.fr/honduras_e.htm

Si usted cree que somos independientes, póngale la N al titular. Si cree que no, déjelo como está. Pero, ¿qué significa ser libre como persona y ser independiente como Estado? Así como nadie es ni puede ser absolutamente libre, ningún Estado tiene una independencia absoluta. La única manera de lograrlo en uno y otro caso es mediante un aislamiento total, situación incompatible con la naturaleza humana. Los anacoretas y ermitaños, más bajo la influencia de los cínicos griegos que del pensamiento cristiano, en su deseo de huir del pecado del mundo, lo intentaron y fracasaron frente al otro modelo, el auténtico, que es vivir la fe, la esperanza y el amor en comunidad, el ágape que es el amor entre quienes profesan el mismo credo religioso. En cuanto a los Estados, tampoco es posible la independencia absoluta. Algunos llaman independencia a dejar de depender de Estados Unidos para depender de Rusia , de Caracas o de Managua, romper con el gigante para depender de un enano. El cambio de amo no es libertad ni independencia.


La reflexión anterior viene al caso porque, a propósito de la celebración del 15 de septiembre, hay grupos, para desgracia vinculados a la educación , que consideran las celebraciones de las fiestas patrias como vacías de contenido, porque dicen que no hay nada que celebrar en vista de que seguimos siendo dependientes. Si fuéramos dependientes, como de alguna manera lo somos, siempre habría que celebrar el 15 de septiembre, porque se trata de conmemorar un hecho histórico a cuya consecuencia nacimos como Estado y nos integramos a la comunidad internacional. Ese hecho, que nadie puede negar, tuvo una gran significación para los pueblos centroamericanos y así lo celebraron hombres y mujeres más patriotas que las actuales generaciones a quienes por algo llamamos próceres. ¿O hay alguien ahora que sea más patriota que Morazán, Valle o Cabañas? Lo dudo, con los Panchos.


¿No es digno de celebrar que hace 187 años de dejamos de ser colonia de España? ¿Y no es digno de celebrar también que ahora, dentro de otro contexto en la relaciones internacionales, seamos interdependientes con la madre Patria? La presencia de España en Honduras durante la época colonial ya ha sido juzgada por la historia en sus muchos aspectos positivos y negativos. Su presencia ahora sólo tiene aspectos positivos. ¿ O es que la independencia para ser tal tiene que ser como la antigua autarquía de las polis griegas, es decir autosuficiencia? Ningún pueblo es autosuficiente como ninguna persona lo es mi puede serlo. Somos interdependientes y eso lo dijo hace 25 siglos el autor de los Diálogos,


¿Creen ustedes, sabios anónimos, que la primera potencia mundial, los yanquis y pitiyanquis, son independientes en la forma absoluta como ustedes quieren que sea Honduras? Pues no hay tal culebra con cachos. Los gringos no aguatarían las insolencias del prócer Hugo Chávez si no fuera porque son dependientes de su petróleo: Tampoco aceptarían el incómodo papel de guardianes del medio oriente si no fuera porque en esa zona se encuentran los más grandes yacimientos del petróleo que necesitan y del cual son dependientes. ¿O por qué creen que el odiado imperio manda a sus diplomáticos a consultar a la Unión Europea y a las otras potencias cuando necesitan realizar una acción que puede alterar las relaciones existentes? Pues porque no goza de una independencia absoluta para hacer lo que le da la gana. ¿O creen, émulos de los sabios que en el mundo han sido, que la instalación de armas de largo alcance en Polonia, que ha irritado a Rusia, lo está haciendo EE UU, a contrapelo de la opinión de los otros miembros de la OTAN O NATO?


En un mundo de Estados soberanos, regidos por un entramado de normas de derecho internacional, hasta las potencias dependen unas de otras y hasta de los países pequeños cuando se trata de diseñar y ejecutar sus estrategias de nivel mundial o regional. Sólo en las mentes calenturientas cabe que un Estado puede decidir su política exterior amparado solamente en que en teoría es libre, soberano e independiente o que no debe celebrar el hecho histórico que lo llevó a convertirse en Estado solamente porque todavía no es absolutamente independiente. Eso equivale a decir que alguien no debe celebrar haberse curado de una enfermedad, porque no tiene seguro haber recobrado la salud total y para toda la vida.


Sigamos celebrando las fiestas patrias. Que se oiga el redoble de los tambores, y todo lo que suena en manos de los jóvenes estudiantes el día de la Patria. Que se oiga la voz destemplada de los funcionarios edilicios que año con año leen el acta de independencia, aunque pocos entiendan lo que dice. Que podamos seguir viendo la presencia obligada de los mandatarios y asistiendo a la celebración de una misa que más tiene de acto protocolario que de acto de devoción. Todo sin desmedro del esfuerzo colectivo que debemos hacer para darle a nuestra independencia política, la base económica y cultural por cuya ausencia parece que no fuéramos dueños de nuestras decisiones como Estado.


Que los periodistas hagan periodismo y no un coctel de religión, periodismo y acomodo interesado. Que los maestros enseñen de verdad con entusiasmo y entrega como corresponde a quien responde a una irresistible vocación. Que los agricultores cultiven con la satisfacción de quien está ayudando a alimentar a sus compatriotas para que puedan dedicarse a otros menesteres. Que los comerciantes pongan en su actividad un poquito de solidaridad social con sus clientes y con la comunidad en general. Que los industriales produzcan para el mercado interno y para exportar sin explotar a los trabajadores. Que los políticos actúen con la conciencia de quien conduce responsablemente el barco del Estado. (Perdón. Estaba soñando.)

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