domingo, 7 de septiembre de 2008

LAS CONVENCIONES EN EEUU.

Fuente: www.wikipedia.com

Pese a su importancia, ninguno de los hechos ocurridos en nuestro país en la última semana me motivó para dedicarle esta columna. Ni la merecida exclusión de Rambo de la selección. Ni el pleito entre las precandidaturas liberales a favor y en contra de Chilo Cruz. Ni la dolorosa situación de la inseguridad en nuestro país y el corolario de los dos últimos secuestros. Nada nuevo tengo que decir al respecto más que lamentar la indiferencia con que vemos una situación que nos conduce al desastre total. Ni las tomas de hospitales, de calles y las retenciones de oficinas públicas por funcionarios ya despedidos y sus simpatizantes lo que refleja solamente la pérdida total del principio de autoridad, por una aparte, y de la dignidad personal, por la otra. Sólo lamento que por falta de servicios de salud mí amiga y secretaria hace 15 días ande del timbo al tambo, muerta en llanto, con un hijo fracturado de la clavícula sin que haya sido posible su intervención quirúrgica.

En cambio me entusiasmaron las convenciones de los partidos Demócrata y Republicano en Estados Unidos. No soy pitiyanqui ni antiimperialista por principio. Las poses antiimperialistas y anticapitalistas me suenan a ideología pura. A muchos anti he visto caer rendidos ante lo que poco tiempo antes supuestamente aborrecían. Sin ningún temor de ser calificado por Chávez o los chavistas del patio como pitiyanqui, declaro que sentí envidia al ver la proclamación de los candidatos de los dos partidos de Estados Unidos en su respectivas convenciones . Sin ahorrase mutuamente las acostumbradas puyas al candidato contrario, porque esta cosa así es como dijo Mcccain, predominaron las alusiones respetuosas y de admiración mutua entre los candidatos.

Me sentí realmente entusiasmado al ver y oír cómo todos los candidatos sin excepción exaltan los valores de su familia, presentan a su esposa, a sus hijos, a sus padres aunque sean viejitos como la mamá del candidato republicano y hablan positivamente de la familia como base de la sociedad. Me llené de emoción al ver y oír cómo se ponen los valores cívicos por encima de los intereses personales y de partido. Se centran los discursos en un testimonio de cómo cada quien ha servido a su país y cómo piensan seguirlo sirviendo. Cada quien presenta su hoja de vida y resalta sus experiencia al servicio de su país. Nadie, ni aún la gobernadora de Alaska que sorpresivamente apareció propuesta como candidata a la Vicepresidencia por el Partido Republicano, pese a su juventud, resultó improvisada.

No son discursos demagógicos. Cada quien propone sus soluciones en política exterior e interior. Nadie tiene por qué llegar engañado a las urnas. Ya se sabe que Mcccain, al estilo Reagan, se propone recuperar el prestigio de su país como la primera potencia mundial. Prometió ahorrar 700.000 millones de dólares que su país da en ayuda a quienes, en su opinión, no lo merecen por ser enemigos de los gringos. Más claro no canta un gallo. ¿Entiendes, Méndez? Dijo ser enemigo de la guerra por haber sido una de sus víctimas, pero no eludió la confrontación especialmente con Rusia e Irán, por causas diferentes. Obama, menos fuerte en su testimonio personal por su juventud y poca experiencia, dejó claras las líneas de su proyecto y se apoyó en la experiencia de su Vicepresidente en materia de política exterior.

El Partido demócrata llevó a sus seguidores a optar entre un negro y una mujer por primera vez en la historia. Los republicanos, para no parecer menos, llevan a una mujer, por primera vez, a la Vicepresidencia. Se rompieron los paradigmas históricos en la primera democracia del mundo y qué bien. La señora Sara Pain se ganó el corazón de los convencionales por su testimonio público y privado, por su juventud y por la fuerza de sus convicciones. Eso demuestra que cuando una mujer es inteligente y sabe plantarse, hombres y mujeres se rinden ante su talento.

Qué lejos están los discursos vacíos de nuestros candidatos del valor cívico, la proyección a futuro y la personalidad de los estadistas. Que lejos la elegancia al referirse al rival, qué lejos de los pleitos entre nosotros. Lo respeto y lo admiro dijo Maccain de Obama y es un héroe nacional dijo Obama de su contrincante, pero ambos dijeron estar dispuestos debatir sus propuestas como se debe en una campaña donde está en juego la capacidad de cada uno para persuadir y convencer a los votantes.

Será una campaña interesante y la seguiré con interés sin llegar al extremo de muchos hondureños que se dividen entre republicanos y demócratas como si fueran a votar por uno u otro en Honduras. Los liberales quieren que ganen los demócratas y celebran su triunfo como propio y los nacionalistas hacen lo propio con los republicanos sin reparar que en política exterior, donde prevalece el interés nacional, son pocas las diferencias entre uno y otro.

Mi admiración por el pueblo norteamericano no pasa por el amor o el odio. Igual me ocurre con los alemanes a quienes conozco más de cerca por haber convivido con ellos. Hijo de campesino, desconfiado por principio, no me entrego fácilmente. No soy fanático a nada ni a nadie. Racionalidad sobre todo. Nunca me mataría con otro por fanatismo religioso, político o futbolero. Sólo entregaría mi vida por Honduras y por mi familia, pero como tengo más horizonte para atrás que para adelante quizá ni eso sea posible a estas alturas del juego.

Tengo la esperanza de que algún día entenderemos la política como una disputa ética, elegante, caballerosa por demostrar que se tiene más capacidad, más honradez , más valor cívico y más experiencia para servir a la Patria que otros, igualmente hondureños, honrados, capaces y valerosos.
Que Dios me oiga.

No hay comentarios: