Toda persona que ejerce funciones de liderazgo en un grupo debe asumir el papel de un docente, de un maestro de su grupo, porque sus seguidores imitarán su ejemplo, bueno o malo. Quienes están seguros de la verdad que predican, pero no de su concordancia con los hechos, recomiendan cínicamente hagan lo que digo, no lo que hago. En este sentido todos los padres de familia y los abuelos son docentes. Los niños, por su falta de discernimiento, tienden a imitar como bueno todo lo que los padres dicen y hacen. Sus padres son héroes, santos y sabios al mismo tiempo. Lo mismo pasa, mutatis mutandis, con los grupos sociales con sus líderes hasta que los conocen mejor y terminan decepcionándose.
Es una docencia parcial, limitada al grupo, pero muy importante para la sociedad. ¡Cómo hacen falta esos liderazgos docentes para la buena marcha de la colectividad. Pero el liderazgo político como docencia es mucho más importante, porque organiza, regula y conduce la convivencia social en general desde el poder del Estado.! En este sentido Honduras es una gran aula de clase que alberga a 8 millones de alumnos atentos a todo lo que piensan, dicen y hacen sus maestros, los políticos, los conductores de la polis, de la sociedad entera.
En política el pueblo hondureño es un niño. El nivel cultural en política no está en relación con la formación profesional, científica o técnica. Aunque los 8 millones de hondureños fuéramos profesionales universitarios, seguiríamos siendo unos niños en política, si no se nos han enseñado los criterios para analizar los procesos políticos y a pensar nuestras decisiones. La mejor prueba está en que Hitler, el cabo de Baviera, sin ninguna formación académica, se echó al bolsillo con sus discursos y acciones al pueblo de poetas, músicos, filósofos, científicos y técnicos que siempre ha sido Alemania. Fue una docencia terriblemente desastrosa no sólo para los tedescos, sino para el mundo entero.
La formación política requiere conocimientos especializados que sólo aportan la filosofía política y la politología o politicología como dicen algunos. Desafortunadamente la política práctica no requiere esos conocimientos. Como dijo alguien para ser político se renecesita ser audaz (atrevido) y yo soy audaz, se necesita ser culto y yo soy audaz, se necesita ser responsable y yo soy audaz- Cualquiera que una buena mañana se encuentre guapo y que cae simpático a la gente, se lanza de candidato y en el aula de niños encuentra quien lo siga a cambio de los espejitos de la historia o hasta por admiración.
Los políticos, lo sepan o no, lo quieran o no, ejercen una función docente. Los ciudadanos tienden a creerles, a imitarlos y hasta a arriesgar su vida por defenderlos. Cuando esa credibilidad se pierde y ahora se pierde fácilmente, el sistema político entra en crisis. Cuando el pueblo de Roma dejó de creer en sus instituciones y sus líderes se hundió Roma y mil años después, Constantinopla, la otra parte del Imperio. Cuando los soviéticos dejaron de creer en el Soviet supremo e hizo aguas el sistema económico, se hundió la otra mitad del mundo bipolar que durante 50 años mantuvo al mundo al borde de una guerra nuclear.
Como ejemplo un botón para demostrar influencia de la docencia política. Hace 30 años, el canciller de Alemania, en una declaración pública mencionó la palabra Scheisse, que en francés se dice merde y en español no tiene traducción. Nuestros vecinos empezaron a usar esa palabra en conversaciones más o menos formales con la justificación de que si el Bundeskanzler lo decía, bien podía decirlo el ciudadano común. Traslademos eso a Honduras. Se ha vuelto una filosofía popular que si los grandes son corruptos y no van a la cárcel, el pequeño puede hacer lo mismo y merecer igual tratamiento. Desde los más altos niveles de la jerarquía política se ha repetido hasta la saciedad que el origen de la delincuencia es la pobreza con lo cual se está autorizando al delincuente para que justifique sus fechorías con sólo decir que es pobre como si no hubiera ricos igualmente ladrones.
¿Cómo anda la docencia política en el actual gobierno? Quisiera creer, como afirman muchos, que el Presidente Zelaya es el que más dinero ha hecho llegar a los pobres en los últimos años y que todo se debe a su generoso corazón. Pero no puede dejar de pensar que cualquier Presidente lo hubiera tenido que hacer, porque la comunidad internacional condonó la deuda externa a nuestro país con la condición de que ese dinero que no se le iba a pagar se usara en combatir la pobreza. Quisiera creer que la ayuda de Venezuela se logró sin ningún compromiso por parte de Honduras, que era sólo de meter la mano, pero el enorme gasto y esfuerzo hecho para meternos la cuarta urna me hace pensar que la cosa no era tan inocente.
Quisiera creer que nuestros gobernantes nos enseñan a respetar la ley y la autoridad, pero el constante llamado a desobedecer a las autoridades que declararon ilegal el proceso de la cuarta, me dice lo contrario y si lo acepto quedo autorizado a desobedecer a toda autoridad, empezando por el policía de la esquina.
Quisiera creer que el actual gobierno ha combatido la corrupción, el narcotráfico, la inseguridad como dice la publicidad oficial, pero como profesor de filosofía y de ciencia política, no puedo tener la credibilidad de un niño adulto. Quisiera creer que los gobernantes respetan a los ciudadanos para que éstos los respeten, pero he oído frases ofensivas desde los más altos niveles del poder contra ciudadanos que aunque no fueran más que eso merecen respeto. Quisiera creer que este gobierno ha graduado a más policías que los que se habían formado en toda la historia de Honduras, pero fui el primer Director de Educación Policial. Quisiera creer que los iluminados actúan por puro patriotismo, pero…