lunes, 18 de mayo de 2009

LO JURIDICO Y LO POLITICO

Son dos realidades diferentes, pero interrelacionadas. Su relación es dialéctica en el sentido que va de la contradicción a la integración y viceversa. Lo deseable en un Estado de Derecho es que lo político, así como los otros comportamientos sociales, se sometan al orden jurídico. Sin embargo el poder y quienes lo ejercen, tienden a saltar el débil cerco del orden jurídico cuando no pueden reformarlo para acomodarlo a sus intereses personales, de grupo o de partido.

 

Esas dos realidades, lo jurídico y lo político, son estudiadas por dos ciencias diferentes, la ciencia jurídica, que es una ciencia normativa, y la ciencia política que es una ciencia empírica, centrada en el análisis de los hechos y no en las normas, en lo que es y no en lo que debería ser. Corresponden a dos profesionales diferentes, los juristas como expertos en el orden jurídico y los politólogos, expertos en el estudio del poder, su estructura y dinámica concreta a nivel nacional o internacional. Generalmente los juristas actúan ingenuamente frente al fenómeno político y los politólogos, que tienen que estudiar una fauna especial, el hombre como animal político, tienden a prescindir del orden jurídico para seguir solamente el curso de los hechos.

El Estado de Derecho tiene como propósito lograr que el orden político y sus actores se sometan a la ley so pena de caer en responsabilidad civil, administrativa y penal, pero sólo se ha vuelto una realidad en las sociedades donde existe una cultura de respeto a la ley tanto en las élites de poder como en el pueblo en general. En los países en los cuales ocurre lo contrario, el Estado de Derecho es sólo una aspiración de pocos, una declaración romántica contenida en el texto constitucional.

 

Mis cuatro años de convivencia con los estudiantes alemanes en Colonia y Bonn, me permitieron  percibir y vivir el respeto que los alemanes tienen por la Constitución y la ley. Después de la dolorosa experiencia del nacional-socialismo, que hizo estallar el orden jurídico y político existente con las consecuencias que todos conocemos, los alemanes se han vuelto muy cuidadosos en la conservación de su sistema democrático parlamentario. Han prohibido la existencia de partidos y grupos radicales de izquierda o de derecha y la formación política de los ciudadanos es un proceso continuo a cargo de una institución especializada, la Central Federal para la Formación Política.

 

En Honduras no existe la cultura de respeto a la Constitución y a la ley ni una institución que, con financiamiento del Estado, se dedique profesionalmente , con seriedad y compromiso a formar la conciencia democrática del pueblo. Parece que mantener al pueblo en la ignorancia y la desinformación fuera parte de la estrategia para que las argollas de todos los signos y colores se perpetúen en el poder.

 

Hoy por hoy estamos sumidos los hondureños en un debate jurídico-político que está ocupando todos los escenarios, los oficiales en las instituciones del Estado y los no oficiales como los medios de comunicación, los partidos y los grupos sociales organizados. El proceso está tomando tales matices que puede poner en riesgo el mismo proceso electoral y quizá esa sea la intención de parte de quienes han creado esta situación.

 

La cuarta urna es un proyecto político que tiene como propósito crear un nuevo orden jurídico y político que, según sus impulsores, terminará con todos los problemas del pueblo hondureño. Es un proyecto político alternativo y sólo en forma forzada se hace encajar en el orden jurídico vigente para posibilitar su ejecución. Avanza más por la vía de los hechos al impulso de todos los medios de que dispone el grupo en el poder en cuanto a publicidad, capacidad de manipulación y movilización que por el cauce del orden jurídico establecido.

 

Quienes adversan la cuarta urna y lo que suponen se esconde detrás, echan mano de argumentos de tipo jurídico-constitucional y por lo tanto están en desventaja- Sólo en la última semana se ha visto algún intento de pasar de las palabras a los hechos con la intervención de la Fiscalía y el inicio de un frente se supone que para defender el sistema democrático. Argumentos jurídicos contra hechos políticos consumados, lo jurídico contra lo político, no contiene como decíamos cuando practicábamos la división en la escuela primaria.

 

El proyecto de la cuarta urna trata de introducir el socialismo del siglo 21 en Honduras por la vía pacífica. La recepción que la idea ha tenido cuando ha sido espontánea y no producto de un contrato de compra-venta, se debe más a la decepción de la gente acerca de lo que existe que a su entusiasmo por lo que todavía no conoce. La gente está en contra de lo que hay más que a favor de lo que viene. Y esa decepción, que siempre es peligrosa para cualquier sistema, puede tener una salida pacífica o una solución violenta. Lógicamente es preferible lo primero. Si los gestores del sistema actual no van a hacer correcciones y por lo visto recientemente no los piensan hacer, habrá que aceptar por convicción o por cansancio el proyecto político alternativo que esconde la cuarta urna. Algunos, por oportunismo más que por convicción, ya lo han hecho.

Es tal la situación que por lo declarado por Mons. Darwin Andino y la respuesta del obispo de Copán, puede decirse que la cuarta urna ya dividió hasta a la jerarquía de la Iglesia. Conclusión: si el proyecto de la cuarta urna apunta a cambiar de raíz el sistema jurídico político, en vano se le trata de detener argumentando que viola el sistema que quiere derribar.

¿Estamos?

 

 

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