miércoles, 31 de diciembre de 2008

WELCOME, MISTER 2009.

Tal vez saludándolo en inglés me trae algo bueno. Porque sin mucho análisis podemos deducir que el año que se inicia será de jolgorio, pero poco nos dejará en los platos al momento de calmar la tripa. Para empezar es un año electoral. Estaremos muy afanados en ver y oír a los candidatos para no volvernos a equivocar al momento de elegir. Eso lleva trabajo, porque ellos harán todo lo posible por parecer lo que no son y nosotros haremos lo imposible por penetrar en lo que son más allá de lo que parecen. Eso es complicado, porque vivimos en una sociedad que, a falta de conocimiento de la realidad, decide por las apariencias. Siempre he comparado las campañas electorales con el galanteo amoroso. Tiene más éxito quien aparenta y finge lo que no es hasta tanto la novia o el pueblo se enamoran, porque a partir de ese momento aunque miren la realidad ya no ve sino lo que se quiere ver, es decir la imagen de la cual se enamoró. Desde que el mundo es mundo se ha dicho que el amor es ciego.

Mis artículos nunca han destilado odio ni desprecio contra los políticos o la política. ¿Por qué echar lodo u otra cosa con ventilador contra una actividad que es necesaria y además muy noble? Se trata nada menos que de la organización, regulación y conducción de la sociedad que es el barco donde viajamos todos. ¿ Qué culpa tiene la política como actividad de que nosotros seleccionemos mal a los políticos en quienes vamos a confiar nuestra vida y la de nuestras familias? Lo mismo pasa en otras actividades. ¿Qué culpa tiene la educación de que usted seleccione mal el centro educativo para sus hijos o que el Estado seleccione mal a los maestros de las escuelas públicas? ¿O qué culpa tiene la religión de que el pastor notifique el cielo para vender la salvación por varas o que el sacerdote traicione la confianza que se le tiene? Al final toda relación humana y la política es un fenómeno relacional, será buena o mala según sea la calidad de los seres humanos que se involucran en las mismas.

El 2009 será un año político y aunque la ley Electoral ha reducido el período de las campañas nadie podrá evitar que los candidatos se muevan por el país en reuniones bajo techo y que los periodistas transmitan esos eventos como noticias porque ambas cosas son absolutamente legales. Cada partido estará pendiente de lo que hace el otro y hará o contestará lo que crea conveniente para no dejarse ganar espacios en la opinión pública. Tendremos política para rato.
Como si fuera poco también será un año futbolero, otra actividad que con la política enloquece al pueblo hondureño. Rueda nos pondrá a rodar a todos detrás de la selección en todos los eventos que según parece empezarán apenas iniciado el año. ¿Que es emocionante? ¡Claro que si!

El problema es que todo exceso emocional por la política o por el fútbol nos distrae de nuestras actividades diarias en los procesos económicos, educativos, sociales que tienen que ver con nuestro desarrollo. Además que toda la publicidad comercial se monta en la actividad política y en el fútbol para hacerse oír y con eso la orquestación se vuelve total. Pero lo importante es que guardemos el equilibrio entre las actividades recreativas y las productivas a fin de que no caigamos en la receta de los antiguos romanos para tranquilizar al pueblo: Pan y circo.

El 2009 se nos anuncia además como el año de la crisis mundial más grande después de la gran depresión de la década del 30 del siglo pasado.

Para algunos se trata nada menos que de la antesala del juicio final y para otros, menos alarmistas y más conocedores, nos dicen que es un fenómeno normal del capitalismo económico que se produce cuando unos pocos por exceso de ambición y falta de escrúpulos, desequilibran el sistema y que se solucionará a mediano plazo siempre que la generosidad de la mayoría ( de los guajolotes de siempre) dirigida por el Estado sea suficiente para reparar el daño hasta que el consumo se reactive y ponga en funcionamiento el sistema productivo de cada país y del mundo.

Expertos y víctimas están pensando en cómo salir del bache, pero sólo los grandes economistas, que por grandes se cuentan con los dedos de la mano y sobran dedos, están pensando en reconstruir la carretera, es decir en rediseñar el sistema financiero mundial y los nacionales para dotarlos de los mecanismos de prevención y alarma para evitar que unos pocos gángsters pongan en riesgo a toda la humanidad.

A Honduras todos los fenómenos mundiales, buenos o malos, nos llegan un poco tarde, cada vez menos tarde debido a la globalización. No se ha restringido todavía la demanda, seguimos gastando como si nada pasara, especialmente si tenemos una o más tarjetas de crédito disponibles. Con mucha justicia el gobierno acaba de fijar el salario mínimo en una cantidad al nivel de la canasta básica (sólo comida), pero habría que saber qué estarán pensando los empresarios de todo nivel sobre su propia planilla. Ojala que esto no los lleva a hacer con un trabajador lo que antes hacían dos y se produzca un lanzamiento masivo de gente a la calle con el válido pretexto de la crisis mundial. Ojala que piensen que ese dinerito que van apagar adicional en la planilla volverá a sus manos con el aumento de la capacidad de compra de la población y activará la economía.

Preparémonos, en consecuencia, para tomarnos un coctelito de fútbol, política y crisis económica durante todo el año. Para evitar un ataque de nervios que complique las cosas sigamos viviendo con la fe en que Dios nos ama y, aunque no se meterá en las competencias futboleras a favor o en contra de los equipos en contienda ni lo hará a favor de un partido político y en contra de los demás en el proceso electoral, podemos estar seguros de que algo hará para que los pobres no aumenten su pobreza ni los ricos su riqueza como efecto de la crisis mundial que agravará nuestra crisis nacional crónica. Herzlich Willkommen, Herr 2009.

FELIZ NAVIDAD

Así decimos por costumbre. La Navidad siempre será feliz, porque se trata del nacimiento del Redentor del mundo. Lo que importa es que usted, yo y todos seamos felices en Navidad. Eso ya no es tan fácil, especialmente en nuestro tiempo. Primero porque la felicidad no es una situación objetiva y común a todo el mundo. Las mismas circunstancias que hacen felices a unas personas, hacen infelices a otras. La felicidad tiene mucho de subjetivo. Hay personas que son felices con tener salud y el pan de cada día y hay otras que no lo son aunque tengan en su poder el oro del mundo. Todo porque tratan de llenar con bienes materiales una infelicidad que tiene su origen en una insatisfacción personal que tiene otras causas. Son causas espirituales, psicológicas o que hunden sus raíces en el tipo de convivencia que se tiene con los demás, especialmente con los más cercanos en la familia, en el trabajo o con el vecindario.


Cada quien será feliz en la medida en que quiera y pueda serlo. Y hay algo más : la felicidad que se funda en factores externos y cambiantes, siempre será efímera. Y todo lo que ofrece la sociedad, el mundo, es cambiante: la riqueza, el poder, la fama, el prestigio, la salud y ahora hasta el conocimiento, porque hay verdades que fueron, pero ya no lo son y por más que nos actualicemos no estamos seguros de tener la verdad en cada rama de la ciencia, de la filosofía y menos en la teconología que es un medio que los tecnócratas confunden con un fin. Después de la frustración que causó en los griegos antiguos la destrucción de las polis, algunos filósofos ( el más famoso fue Diógenes que vivía en un tonel como el Chavo) fijaron la felicidad en el rechazo a todos esos factores externos y trataron de encontrar la fuente de la felicidad dentro de sí mismos y en la búsqueda de verdades que no tuvieran que ver con nada material.


Los romanos, que destruyeron a las polis griegas después que lo había hecho Alejandro, cayeron en el mismo hastío después que se hartaron de poder, de riqueza, de fama y de meterse placer por todos los hoyos del cuerpo. Esa era la situación que vivía el mundo llamado civilizado cuando nació Cristo. Por eso su doctrina fue aceptada fervientemente por unos y rechazada por otros. La rechazaron los judíos porque esperaban un Mesías que encarnara los poderes del mundo para enfrentar al superpoder de su tiempo, los romanos, pero lo rechazaron quienes todavía no estaban hartos de riqueza y de poder. No podían aceptar a alguien que se decía hijo de Dios y que además de haber nacido en un pesebre nunca tuvo nada material que le fuera propio, ya que confesaba que mientras lo animales del monte tienen sus cuevas el hijo del hombre no tenía dónde reclinar su cabeza.


Ofrecía algo que no les podía interesar más que a quienes nunca habían sido ricos ni poderosos o a quienes habiéndolo sido habían alcanzado el hastío suficiente como para buscar la felicidad en otras fuentes más profundas y duraderas. Ofrecía que a cambio de creer en El y en el padre que lo había enviado, se recibiría amor, perdón, alegría, confraternidad aquí en la tierra y, como de chascada ( lo que le da el pesero como regalo después entregar lo que el cliente ha pagado) la vida eterna que por cierto no empieza después de la muerte para quienes creen y viven el Cristianismo como debe ser.


Todo lo que ocurrió antes del nacimiento de Cristo fue como una preparación para su llegada. Todo el mundo civilizado de ese tiempo con toda su riqueza y esplendor, incluida la filosofía griega y sus repercusiones en Roma por su vertiente ética, incluida la religión judía, habían agotado sus posibilidades de satisfacer el ansia de felicidad y eternidad que late en cada ser humano. Pero eso no significa que todo el mundo estuviera listo para el cambio. Por eso Jesús concentró su atención en el pequeño grupo de sus apóstoles en vez de predicar por medio de la Tribuna o de los medios de comunicación, que no existían, y evitó que se divulgaran sus milagros de manera que lo llevaran a la muerte antes de cumplir la misión para la cual había sido enviado. El decidió y preparó el momento ya que el lugar no podía ser otro que Jerusalén.


El Cristianismo nació como la única alternativa frente a quienes buscan la felicidad en las cosas materiales o en el éxito al estilo humano. El maridaje de la religión con la riqueza material, de antigua raigambre judía, la encontramos hoy en algunas corrientes religiosas que predican como prueba de la fe la prosperidad económica. Y no es que Jesucristo nos quiera ver miserables como se ha interpretado a veces aquello del camello y de la aguja, sino que con su ejemplo desde su nacimiento hasta su muerte lo que nos quiere enseñar es que frente a la grandeza de la vida que depende únicamente de hacer la voluntad de Dios, todo lo que se nos pueda ofrecer se queda pequeño.


Dicho lo que todos sabemos, la felicidad navideña sólo puede consistir en aceptar que el nacimiento que celebramos, la encarnación de Dios hecho hombre, es la única fuente de amor y alegría que no es pasajera, que no es egoísta y que sólo podemos alcanzar si nos vaciamos por dentro de toda preocupación que no sea hacer la voluntad de Dios. Lejos de mí la mojigatería de creerme santo ( aunque lo sea en plural) con actitudes externas al estilo de los fariseos o de ofrecerme como ejemplo a nadie o de ir por ahí viendo a los demás de arriba para abajo por creer que tengo ya el alma en el cielo, mientras el cuerpo sigue tercamente en la tierra. Creo que las exigencias de la fe cristiana son tan grandes que superan todo esfuerzo humano y que sólo pueden alcanzarse con una fe limpia, madura, adulta, que permita la presencia de Dios en nuestras vidas.


No quiero repetir feliz navidad, porque sólo será feliz quien haga nacer a Jesús en el pesebre de su corazón en medio de la vaca y el buey que seguimos siendo todos mientras no lo hagamos. Yo, en primer lugar.

viernes, 12 de diciembre de 2008

¿CUÁL CRISIS?

Dice Ortega y Gasset que la claridad es la cortesía del filósofo y que a los técnicos, en cambio, les encanta, como Hércules de feria, mostrar los bíceps de su tecnicismo. Lo dijo el filósofo español, porque es verdad y no es verdad porque lo haya dicho Ortega hace ya casi 80 años, es decir en 1929. Digo lo anterior, porque los técnicos en economía se hacen lenguas explicando que hay una crisis mundial, que ya viene la crisis, que no se pueden aumentar los salarios, porque van a quebrar las empresas, que hay que consumir lo menos posible, porque como en el manifiesto comunista un fantasma recorre el mundo. Y todos seguimos sin entender de lo que hablan y sin que aparezca a nuestra vista el fenómeno que se nos anuncia en lenguaje de Jeremías, el profeta.
La razón por la cual no entendemos no es sólo por la forma técnica como se nos explica, sino también porque lo que se nos anuncia lo estamos viviendo los países pobres desde que el mundo es mundo. Dicen que la crisis es financiera, es decir que no hay pisto, y eso para nosotros no es nada nuevo. Sin pisto nos criaron nuestros padres y sin pisto vamos a morir. Dicen que la crisis, además de financiera es económica, porque si no hay plata no hay inversión ni consumo y si no hay eso no hay producción y si no hay producción no hay comercio y si no hay comercio de exportación no hay dólares para pagar las importaciones. Todo eso es verdad, pero para nosotros no es nada nuevo.

¿Dónde está lo nuevo de la crisis? Pues que afecta a los países ricos donde se origina el problema y de paso agrava la crisis crónica de los países pobres. Eso no se puede negar, porque las economías nacionales ahora están amarradas unas con otras, es decir globalizadas, de manera que lo que pase en una de ellas, especialmente en los países ricos, afecta a todo el mundo. Tarde nos hemos dado cuenta que el mundo es un sistema de subsistemas y de subsistemitas igual que ocurre en la naturaleza como puede verse fácilmente en el cuerpo humano. Hay sistemas naturales, mecánicos y sociales. Si destruimos el bosque nos quedamos sin agua y alteramos el clima que a su vez altera el régimen de lluvias de las cuales depende la agricultura. Si le sacamos una bujía al motor del carro, ya no funciona con la fuerza que necesitamos. Si la gente deja de creer en las instituciones políticas y le vuelve la espalda a los procesos electorales, todo el sistema democrático se cae por su propio peso.

En lo económico ocurre lo mismo. Todos los procesos económicos descansan en el crédito, es decir en la creencia, en la confianza que todos tenemos en las personas, en los procesos, en las instituciones de las cuales depende nuestros bienestar y la seguridad de nuestros bienes. En las relaciones humanas y, consecuentemente las sociales, todas las crisis son crisis de confianza. ¿Hay crisis financiera porque despareció el dinero? No. Hay crisis porque los dueños del pisto ya no lo quieren arriesgar y prefieren mantenerlo inactivo, porque los bancos en quienes confiaron lo invirtieron mal y los mismos bancos se ponen chivas restringiendo los créditos y elevando los intereses. Como con la platita baila hasta el perro, resulta que si no circula dinero los consumidores compran menos con lo cual las economías de consumo como la de los gringos se viene abajo, porque se reduce la producción y de paso nos llevan de encuentro, porque dejan de comprar nuestros productos y se cancelan los puestos de trabajo de los cuales dependen también la capacidad de consumo y, en el caso nuestro, las remesas que son como el oxígeno de nuestra economía y de las cuales depende la reducción de la pobreza ( no de la paja que se habla en el nivel gubernamental).

¿Qué hacer? Pues lanzar más plata al mercado para que su circulación vuelva a activar la cadena que empieza por aumentar la capacidad de consumo en la gente (especialmente en los países ricos) que a su vez activa la producción (especialmente en los países pobres) y que a su vez activa el comercio que a su vez genera fuente de trabajo que a su vez aumenta la capacidad de consumo que a su vez…

¿Y quién puede lanzar plata si los ahorrantes desconfían de los bancos y los bancos de quienes solicitan créditos? Pues ese odiado aparato que cuando la economía anda bien ni productores ni consumidores quieren oír mencionar, porque todo es libre empresa, libre oferta y demanda, libre comercio, libre consumo porque cada quien reclama el derecho de hacer de su platita lo que le ronca la gana. Ese maldito aparato que los anarquistas quisieran ver destruido porque con su autoridad y sus leyes limita la libertad absoluta que consideran como el primer derecho del hombre, el mismo que los comunistas odian por considerarlo un aparato de opresión de una clase sobre otra mediante la propiedad privada, el mismo que los fascistas convierten en un dios para oprimir al ser humano en su nombre, el mismo…

Bueno el mismo, es decir el Estado. Esa estructura jurídico política que con el ser humano individual y la sociedad, es decir el tejido institucionalizado de relaciones, forma la trilogía de cuya interrelación depende que la vida humana sea un cielo o un infierno. Por eso los países ricos, incluida China que pronto será la primera potencia económica mundial, han dispuesto que el Estada lance cantidades pantaurélicas (¿se acuerda de Rabelais?) de dinero al mercado para rescatar empresas, activar el consumo, que a su vez activará la producción, que a su vez…(¡ qué jodo yo, verdad!)¿Y nuestra Honduras? Pues aquí donde la crisis es permanente y donde aún lo macro es micro, el Banco Central también ha lanzado dinero al mercado rebajando a cero el encaje y poniendo a disposición lo que puede. La receta es la misma, pero a nivel de Liliput y no de Pantaurel. Perdón por el bíceps.