martes, 14 de octubre de 2008

EL PRESIDENTE Y LA POLITICA EXTERIOR

Para los Estados la política exterior tiene carácter instrumental. No es un fin en sí misma, sino un medio para alcanzar objetivos internos. Y solo hay dos grandes objetivos: La seguridad y el Desarrollo. Ambos son complementarios entre sí. No hay seguridad sin desarrollo ni desarrollo sin seguridad. A veces se antepone uno al otro en la asignación de recursos. Si se trata de salvar la vida de las personas y la subsistencia del Estado frente a una situación de peligro, se privilegia la seguridad. En tiempos de paz interna y externa , ocurre lo contrario.

En Honduras, en la situación actual, la prioridad es y ha sido la seguridad de las personas y sus bienes. La seguridad interna. La mayor amenaza contra el desarrollo es la inseguridad. Aleja la inversión y el turismo. Crea y mantiene un ambiente de temor generalizado que paraliza las fuerzas productivas en todos los campos del quehacer nacional. Es difícil optar entre evitar que las personas se mueran como consecuencia de la violencia o de hambre, de desnutrición o que se debatan en la ignorancia y la insalubridad. Siempre es verdad que no hay desarrollo sin seguridad ni seguridad sin desarrollo.

Sin dejar de hacer algún esfuerzo en materia de seguridad, el gobierno actual ha priorizado el desarrollo con énfasis en la asistencia y el desarrollo social. Las políticas interna y exterior han sido orientadas a ese propósito. La búsqueda y consolidación de la cooperación externa ha marcado la dinámica de los órganos creadores y ejecutores de las políticas del Estado. Aún frente a iniciativas tan polémicas como ALBA, recién aprobada por el Congreso, la finalidad ha sido la obtención de bienes y servicios para labores asistenciales y de desarrollo. La percepción inicial de que se trataba de una solidaridad de carácter ideológico y el rechazo a los desplantes de Chávez, quedó desvanecida frente a la necesidad de obtener los beneficios que se ofrecen bajo el envoltorio de ALBA.

La tesis de que la delincuencia tiene su principal caldo de cultivo en la pobreza ha ganado terreno en la definición de las políticas estatales. Al combatir la pobreza se consolidan las bases sociales para mayores niveles de seguridad. Aunque sencilla de entender, la tesis no es del todo cierta. La delincuencia, como todos los problemas sociales, es multicausal. En esto y en otros aspectos se diferencian de los fenómenos naturales que sólo tienen una causa . Se puede ir con certeza del efecto a la causa y de ésta a la solución.

De acuerdo o no con su contenido y sus métodos , nadie puede negar el dinamismo que el actual gobierno le ha impreso a las relaciones exteriores. La estrategia seleccionada es complicada de llevar adelante y de entender para quienes no son actores de la misma. Pluralismo le llama el gobierno a su orientación en política exterior. Nos parece que esa estrategia ya pasó el Rubicón y que alea jacta est, es decir que la suerte está echada. Se trató de romper la lealtad unilateral a los Estados Unidos para intentar otro tipo de relaciones aparentemente contrarias a los intereses norteamericanos. El paso fue arriesgado y todos estamos expectantes sobre los resultados finales. Los temores no fueron infundados. Más que de una inclinación pitiyanqui de parte quienes manifestaron temor al ALBA, prevalecía la incertidumbre sobre el comportamiento impredecible de Chávez. No se trata de que no sepa hacia dónde va, sino de que sólo él lo sabe y puede arrastrar a sus socios a situaciones imprevistas.

Mucho, tanto positivo como negativo, puede decirse del Presidente Zelaya, pero nadie puede negar su perseverancia para tomar y llevar adelante sus decisiones. Es de esos políticos que igual pueden llevar a un Estado al éxito como al peor de sus fracasos. No sólo sabe aprovechar las situaciones para lograr lo que pretende, sino que crea las condiciones que hacen falta. Con la visita a Bush y a Uribe va neutralizando el temor de una inclinación unilateral y excluyente hacia Venezuela. Eso y no imitar a sus contertulios en el lenguaje agresivo y confrontativo, pueden llevar sus acciones por buen camino.

Quienes por naturaleza somos moderados en nuestras acciones, tenemos por sabido que la coquetería no es buena ni en el amor ni en la política. Jugar a quedar bien con dos personas o fuerzas contrapuestas puede llevar a perder la confianza de unas y de otras. Pero en eso consiste el lado interesante del experimento del Presidente Zelaya en un mundo globalizado y más desideologizado que el que persistía hasta la década del 90 del siglo pasado. El Presidente ha percibido correctamente esa realidad que ha permitido a Costa Rica abrir relaciones con China comunista sin distanciarse de Estados Unidos, siguiendo el norte de su interés como nación con el mismo criterio que la ha llevado a rechazar la posibilidad de su adhesión al ALBA.

Alea Jacta est. Ahora que el Congreso aprobó el acuerdo de adhesión al ALBA, todos vamos en el mismo barco, y sólo nos queda hacer todo lo posible para que este nuevo horizonte nos lleve a puerto seguro. Pronto conoceremos las primicias, pero sus consecuencias ojalá que todas positivas, se sentirán a plenitud después de que termine el gobierno actual. En materia de las políticas estatales ninguna transformación duradera se produce de inmediato. Ojalá que dentro de diez o más años, recordemos con gratitud la figura del actual Presidente por haber desafiado la prudencia de muchos y los temores de muchos más, para abrirle a Honduras mejores horizontes a futuro. Todo pasa porque el antiiperialismo verbal de Chávez no se concrete en una aventura que comprometa el equilibrio que su contertulio, el Presidente de Honduras, se esfuerza en mantener en la política exterior. El Congreso ha sido previsor.

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