La frase no es mía. La usaba un recordado periodista en sus editoriales hace muchos años. Eso significa que su majestad el tumulto hace muchos años que está con nosotros, pero nunca tan presente como en nuestros días. Se nos aparece en todo tiempo y en todo lugar. Vamos al trabajo, después habernos levantado temprano con el entusiasmo que todavía es posible tener, y de repente quedamos atrapados en la toma de la única vía por donde es posible llegar a donde queremos. Indagamos entre sorprendidos y asustados y se nos dice que un patronato de barrio se tomó la carretera en protesta porque no le arreglan una calle. Son las seis de la mañana y se nos dice que el Alcalde, cuya presencia se requiere para negociar, llegará dentro de cinco horas que se convertirán en siete.
Como cuando nos asaltan, nos quedamos quietos. Tomamos el libro que siempre llevamos para estas ocasiones. Pensamos en nuestras obligaciones. Intentamos salir por algún lado. No es posible. Hablamos con la Policía que se ha hecho presente. Nos dice que son cosas de la democracia y que el pueblo tiene derecho a protestar. Que podrían actuar, pero que están esperando la orden superior que nunca llega. Hay que darles la razón , porque un policía no puede actuar si no es con la orden superior. Es una institución jerarquizada como las Fuerzas Armadas. Pensamos la jerarquía policial debería ser un poco más flexible, pero quizá sea mejor así. Se le ocurre a uno pensar que este es el único país del mundo donde en presencia de la Policía y bajo su vigilancia ocurre un secuestro colectivo por siete horas pidiendo como rescate algo que los secuestrados ni su familia pueden dar, porque se trata reconstruir una calle.
A las siete horas, después de haber firmado no se sabe qué compromiso, y cuando los secuestradores empiezan a sentir hambre, se abre el paso. Lo único que queda es regresar al punto de partido y pedir disculpas a quienes nos esperaban. Para ver las cosas del lado amable pensamos que si no hubiera sido por el secuestro no hubiéramos tenido tiempo de leer el libro que sobre Valle acaba de publicar Matías Funes y terminar las 100 horas con Fidel Castro que escribió un conocido periodista francés. Bien decían los viejos cuando yo no lo era: la paciencia es la madre de la ciencia y la abuela de las enfermedades del hígado, diría un mal pensado.
El siguiente día los maestros , para no variar, se toman las calles y los puentes. Un paro de 50 mil maestros reclama el sueldo de cinco mil a quines no se les ha pagado. Dos millones de niños y jóvenes siguen secuestrados en casa o, mejor, en las calles. Como soldado avisado no pierde guerra y porque no contaban con mi astucia, cambiamos de ruta, pero resulta que todos pensaron lo mismo y se hace una cola de los once mil demonios. Ya no hay secuestro, pero el resultado es el mismo. Mientras sigue la cola, lenta como entierro de rico, volvemos al libro. Ahora la cosa no es tan fácil, porque el libro de turno es un hueso duro de roer. Me propuse releer La Democracia y sus Críticos de Robert A. Dahal Nuevamente la paciencia es la madre de la ciencia. Si las cosas no cambian y los demás siguen el ejemplo, pronto seremos un pueblo de eruditos. No hay mal que por bien no venga, dicen.
¿ Por qué se confunde la democracia con el molote? ¿ Por qué la voluntad del pueblo tiene que manifestarse con desorden? No tiene que ser así y no siempre ha sido así. Es una conducta promovida por acción o por omisión desde el Estado. En otra ocasión he comparado al Estado de Honduras con una madre negligente. Acostumbra al hijo a chillar para todo, porque hasta que oye el berrido del cipote se acuerda que no ha comido o que hay que atenderlo. Ahora todo el mundo dice que si no es con marchas y toma de calles, nada se logra. Desgraciadamente es verdad.
Mire lo que pasó con los maestros. Hace varios meses los profesores, los verdad y los de mentirijillas, han venido diciendo que iba a venir la madre de todos los paros si no se les pagaba a quienes no han recibido sueldo todo el año. Desde la Secretaría de Educación decían que no había dinero y que hacían falta no sé qué trámites. Desde Finanzas decían que ya se habían erogado 500 millones extras para pagar maestros y que ya no había más pisto. Arreciaron las amenazas de una parte y las negativas de la otra. Se vino el molote. De repente, cuando la cosa se había llevado a un callejón sin salida, surge la solución. En un discurso improvisado y en un escenario poco usual, el Presidente Zelaya felicita a los maestros por ser revolucionarios y en un santiamén se ofrece más de lo que los maestros pedían. Finanzas no podía conseguir 150 millones y el Presidente ofreció 300. El que manda no suplica y donde manda capitán no manda marinero, máxime cuando el capitán espera hasta que todo mundo exclame: ¿ Y ahora ,quién podrá defendernos.? Por supuesto que con este esquema, no habrá Ministros buenos y siempre habrá quemazón de funcionarios.
¿Por qué se confunde a la Democracia con el desorden? Quienes faltan al respeto a la autoridad lo hacen en nombre de la democracia. Lo mismo hacen quienes promueven el choque entre los poderes del Estado. En su nombre se escudan quienes ocultan su debilidad como autoridades para actuar en el campo de sus competencias.
Críticos de la democracia han sido los fascistas desde la ultraderecha y los comunistas y anarquistas desde la ultraizquierda. Pero quienes más daño le hacen son quienes se confiesan demócratas y en el fondo sueñan con hombres providenciales que sobre las instituciones ejerzan el poder en nombre y representación diz que de los más pobres. Son más peligrosos, porque son difíciles de desenmascarar a tiempo precisamente porque son lobos vestidos de piel de oveja. Afortunadamente en Honduras hay lobos, pero sin piel de oveja.
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