Estamos todavía bajo el influjo electrizante del último juego de la selección y su clasificación a la exagonal que se realizará a lo largo y ancho del 2009. No queremos hablar de otra cosa y tampoco queremos escribir sobre temas que no tengan nada que ver con el fútbol. Es maravilloso ver cómo once hombres que representan a una nación disputándose una pelota con otro grupo que representa a otra comunidad nacional es capaz de despertar un entusiasmo generalizado, hacer que la gente olvide sus diferencias y se abracen para celebrar el triunfo o llorar la derrota. Cada aficionado está dispuesto a recorrer distancias, a pagar lo que se le pida y a soportar las inclemencias del tiempo por la única recompensa de presenciar un partido de fútbol.
Antes del fútbol sólo la guerra y la religión lograban movilizar a pueblos enteros en pos de un propósito común, la derrota del enemigo en el primer caso y la vida eterna, en el segundo. La política nació con un propósito similar: organizar y movilizar a la comunidad entera ( la polis) en torno de su propio bienestar, de su defensa, de su desarrollo en sus diferentes manifestaciones. Ese proceso era dirigido por unos señores que, por tener como única mira el bien de toda la comunidad ( la polis ) se llamaron políticos. Su arma era la palabra para persuadir y convencer a todos que el futuro estaba en la dirección que señalaba su mano y en esa dirección marchaban todos como embrujados por un poder misterioso.
La magia del fútbol ha sustituido a la guerra como competencia entre naciones. El campo de batalla ahora es reducido y puede enfocarse con una cámara de televisión para llevar el espectáculo a todo el mundo. Eso no era posible con la guerra. Había que esperar meses y a veces años para que se supiera el ganador y el perdedor que se perseguían por tierra y mar, después por aire hasta que uno de los dos caía vencido. La victoria le daba derecho al vencedor para disponer del vencido y sus bienes hasta que poco a poco la humanización llegó hasta la guerra, moderando un poco sus consecuencias.
¿Qué hizo Rueda, el entrenador, para transformar un grupo de jugadores, que ya estaban ahí, en una selección ganadora? Pues impuso disciplina, los convirtió en un equipo moderando el deseo de sobresalir individualmente e hizo una labor de terapia psicológica: los convenció de que no deben caer en el triunfalismo si ganan ni en el derrotismo si pierden. Mantener la humildad dicen ahora casi a coro. Voluntad de triunfo en forma conjunta reconociendo en cada compañero un complemento al esfuerzo individual de todos y no un rival al que hay que anular para atraer todas las miradas hacia unos pocos. Parece fácil. Hay que agregar el manejo de la prensa deportiva para que, sin sentirse menospreciada, se mantenga dentro de los límites que le corresponden para no interferir en la labor del equipo técnico y de los directivos.
¿Por qué no formamos una selección de políticos? Hay cuatro candidatos nacionalistas, cinco liberales y tres de los partidos pequeños. Sobra uno que mandamos a la banca por el momento. Se trata de formar un equipo como el de Rueda. Lo primero es convencerlos de que los intereses de Honduras están por encima de sus ambiciones personales y de los intereses de partido. En segundo lugar hay que formarlos en la convicción de que la lucha por el poder tiene límites éticos y constitucionales- Esas barreras no pueden saltarse ni derribarse sin que la lucha política se convierta en una carrera de caballos. En tercer lugar, lo más difícil, es convencerlos de que Honduras los necesita a todos como un equipo y que no deben dañarse mutuamente ni menos comprar al árbitro para que se trague el pito cuando le conviene a uno de ellos o a su partido.
Quizá ayude ponerles siempre a la vista la alineación del equipo adversario con el cual tienen que competir. Bajo los palos, como porteros, se encuentran los corruptos y corruptores con la consigna de no dejar pasar ningún gol de los políticos a favor de Honduras. En la defensa se van a topar con el narcotráfico y el crimen organizado, flaqueados como laterales por los contrabandistas, los agiotistas, los femicidas, los huelguistas de profesión. Como delanteros en el equipo contrario van a contar con los enemigos del Estado de Derecho, de la democracia, del respeto de los derechos humanos, de la justicia y de la política como actividad noble y buena.
Por supuesto que los aficionados de una y otra selección se harán presentes, pero el estadio estará lleno de quienes por ignorancia o mala fe aplauden al equipo contrario a los intereses de Honduras. Aquellos que aplauden a quienes meten autogoles, porque confunden el cebo con la manteca y la gimnasia con la magnesia. No saben distinguir al candidato del anuncio y se van a las urnas tarareando la canción que mejor les gustó o quienes se dirigen por las promesas sin ver las realidades. Estos son los que realmente ponen gobiernos porque son la mayoría y los empiezan a despreciar al mes siguiente de haberlos electo porque no consiguieron lo que querían o les habían prometido.
Ahora el problema es quién hace esa titánica labor de convertir en un equipo a tanto candidato si cada uno se cree un superman. Cómo hacer para que Pepe le pase de taquito la pelota a Micheletti y éste haga jugar a Elvin con un tiro cruzado mientras Felícito recoge el pase de Elvin y lanza un tiro de 40 metros que derribe a los defensas y al portero del equipo contrario. ¿Quién será el técnico de esa selección? ¿ A quién nombrarán de árbitro para estar seguros de que impondrá su autoridad? Quizá antes de buscar un entrenador habría que contratar a un domador de fieras.( Perdón.)
Quizá ayude ponerles siempre a la vista la alineación del equipo adversario con el cual tienen que competir. Bajo los palos, como porteros, se encuentran los corruptos y corruptores con la consigna de no dejar pasar ningún gol de los políticos a favor de Honduras. En la defensa se van a topar con el narcotráfico y el crimen organizado, flaqueados como laterales por los contrabandistas, los agiotistas, los femicidas, los huelguistas de profesión. Como delanteros en el equipo contrario van a contar con los enemigos del Estado de Derecho, de la democracia, del respeto de los derechos humanos, de la justicia y de la política como actividad noble y buena.
Por supuesto que los aficionados de una y otra selección se harán presentes, pero el estadio estará lleno de quienes por ignorancia o mala fe aplauden al equipo contrario a los intereses de Honduras. Aquellos que aplauden a quienes meten autogoles, porque confunden el cebo con la manteca y la gimnasia con la magnesia. No saben distinguir al candidato del anuncio y se van a las urnas tarareando la canción que mejor les gustó o quienes se dirigen por las promesas sin ver las realidades. Estos son los que realmente ponen gobiernos porque son la mayoría y los empiezan a despreciar al mes siguiente de haberlos electo porque no consiguieron lo que querían o les habían prometido.
Ahora el problema es quién hace esa titánica labor de convertir en un equipo a tanto candidato si cada uno se cree un superman. Cómo hacer para que Pepe le pase de taquito la pelota a Micheletti y éste haga jugar a Elvin con un tiro cruzado mientras Felícito recoge el pase de Elvin y lanza un tiro de 40 metros que derribe a los defensas y al portero del equipo contrario. ¿Quién será el técnico de esa selección? ¿ A quién nombrarán de árbitro para estar seguros de que impondrá su autoridad? Quizá antes de buscar un entrenador habría que contratar a un domador de fieras.( Perdón.)
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